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El ahogarse en un vaso de agua


En este texto quiero enfocarme en algo que todos tenemos en común: el pecado. El pecado y en las personas luchadoras que no se rinden por las caídas que se adquieren en el camino sino que siguen adelante a pesar de las cicatrices.

Definitivamente el dicho de ahogarse en un vaso de agua es una expresión bastante interesante.
Primeramente recordemos que el tener una tentación no significa haber pecado, el “caer en tentación” lleva al pecado.

Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. (Santiago 1: 13-15, énfasis añadido)

Para los ojos de cada persona individualmente; el pecado que nos acecha siempre va ser visto como un océano; inmenso, temible, e imparable. Esa debilidad la cual creemos que no podemos evitar. Y nos vemos a nosotros mismos en un océano del cual muchos nos hablan que debemos salir si queremos vivir, y a pesar de luchar con todas nuestras fuerzas, seguimos dando vueltas en circulo sin encontrar una orilla en donde recostarnos. 
Y entonces nos frustramos, y nos cuestionamos ¿POR QUÉ?; por qué debes seguir luchando en vano, por qué Dios te puso en esa situación en primer lugar si vos nunca quisiste estar ahí, por qué a vos te tocó ese “océano” tan grande mientras que otros solo deben sobrepasar un simple vaso de agua. Porqué, porqué, porqué.  
Y seguimos quejándonos de cuan inmenso es nuestro océano para poder salir de allí. Y ahí entra lo irónico del vaso de agua, que no significa que no sea un océano en realidad (porque para vos y desde tu punto de vista, si lo es) sino que simplemente no es el océano de todas las personas en general.
Todos tenemos nuestro vaso de agua el cual sentimos como un océano inmenso. Cada uno batalla con su propia debilidad aunque para otros sea solo falta de voluntad. 

Solía pensar que el problema de alcoholismo de mi padre era simplemente falta de voluntad, que él simplemente no lo quería dejar. Y sin darme cuenta lo juzgaba.Y lo juzgaba porque para mí, el beber o no beber no me agrega ni me quita nada, y conocer a alguien que no pueda dejarlo tan fácil como yo, me hacía creer que era por no tener voluntad propia. Y lo pensaba justamente porque esa no era mí debilidad. Sin embargo, para él si lo era, para él dejar de beber es como para un adultero dejar de tener relaciones indebidas, o para una persona con temperamento agresivo dejar de serlo, o para un mentiroso compulsivo dejar de mentir, o para un avaricioso dejar de pensar solo en dinero, o para un egocéntrico dejar de pensar en sí mismo. Hay muchos océanos ahí afuera, y cada uno es, para la persona que la vive, un océano incalculable. Y no intento darle poder al pecado, de lo contrario, trato de mostrarlo del punto de vista más realista para todas las personas, para luego ver el papel de Dios más claramente.
Nosotros ya sabemos que vamos a tener tentaciones, si desde Génesis se habla de ello. 
Pero a veces entre tantos “Por qué’s” intentamos justificarnos y no escuchamos lo que Dios tiene para decirnos; nos olvidamos que no estamos solos en esto.

Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.” (1 Corintios 10:13)

Jesús tenía claro lo que tenia que hacer para combatir la tentación, incluso cuando lo único que veía era un océano, sabía por fe que no era ese el verdadero ángulo

"Cuando llegaron al lugar (Monte de los Olivos), les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.»  Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar: «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.»" (Lucas 22:40-42, énfasis añadido)

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." (Hebreos 4:15)

La verdad es que todos nuestros pecados que vemos como océanos son vasos de agua para Dios. Para nosotros sin embargo, es prácticamente imposible ver nuestra debilidad como un simple vaso de agua. 
No somos perfectos, sin embargo el tomar la decisión de ‘nadar’ de la mano de Dios nos va dando más y más fuerzas para seguir adelante, no solo para salir de un vaso de agua, sino de muchos. De otra manera y por nuestras fuerzas, vamos a seguir nadando sin rumbo, gastando todas nuestras energías y poco a poco nuestra fe al no ver resultados. 
Justamente por esa razón dependemos tanto de Él, necesitamos de Dios para poder tener la fuerza, convicción y visión de ver nuestro pecado como lo que es; un simple vaso de agua.


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