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Vino tinto



Hoy escribo porque mi corazón lo grita,
y cada eco refleja turbulencia en mis pupilas distorsionadas.
Hoy escribo porque mis manos extraviadas 
buscan papel para sentirse liberadas.
Porque mi felicidad llena cada uno de mis poros
y cada exhalación lleva consigo una sonrisa,
que hacia tiempo olvidada como se dibujaba.
No soy de mal corazón, pero esta noche me he vuelto egoísta,
al punto de no querer dejar que mis manos abran el grifo 
de cada palpitación exaltada, dejando llorar sentimientos tan puros
que se queden encerrados en un simple papel.
Aúnque siento infinito sentimiento para regalar, 
tengo miedo de perder la chispa que encendió el fuego en mi alma.
Sí... soy cobarde.
Tan cobarde como la primera vez que extiende sus alas multicolor
la oruga de aquel árbol de cerezo.
Siento cobardía de perder el brío que marca mi sonrisa cada mañana.
Así sepa muy íntimamente,
que siempre va haber un incendio que nadie nunca va poder disipar.


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