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Diga el débil: Fuerte soy



“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9)

¿Esto significa que tenemos que seguir viviendo la vida loca con nuestras debilidades?

Lo contrario, me gozo en mis debilidades porque sé quien está conmigo, no el gozo de darle rienda suelta a nuestra debilidad, sino gozo de espíritu. 1 Samuel 2:1 dice “...Mi corazón se regocija en el Señor, mi fortaleza en el Señor se exalta…
No lo entendamos de manera errónea, creyendo que debemos estar felices porque tenemos debilidades, no, eso ya lo sabemos desde que nacemos. Estamos en gozo en el Señor (La preposición “en” usualmente usada para indicar posición o lugar; significa que necesitas entrar, sumergirte o hacer algo para estar en ese lugar), en su presencia.

Y hay momentos en que nos quejamos y nos frustramos porque quisiéramos que el Señor nos quitara esa debilidad de una vez por todas, esa que lleva molestándonos por años, porque aún buscando de Dios seguimos teniendo esa “espina clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que nos atormente”, como la define Pablo.

“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”

No nos damos cuenta que esas debilidades de la mano de Dios nos perfeccionan. Imagínense a un fisicoculturista, ¿puede una persona así hacer músculo sin entrenar? ¿Sin comer saludable? ¿Sin vencer retos? ¿Sin alzar pesas?
Creo que ni las pastillas más poderosas del mercado, pueden ayudarte a conseguir lo que solo por medio de sacrificios podemos alcanzar. 

Es igual que predicar el evangelio; ¿para que vamos a evangelizar a personas que ya conocen del Señor? Buscamos personas alejadas, que desconocen de Él para contarles. Es lo mismo con las debilidades, ¿como vamos a llegar a ser fuertes si no tenemos debilidades? Si no hubieran debilidades; o todos serían débiles o todos fuertes, dependiendo de su optimismo.

Esto tiene mucho que ver con lo arraigados que somos a lo material. No puedo evitar recordar cuando Jesús sana a un paralítico en Mateo 9:5, donde primeramente le perdona los pecados, y no se recibió la acción de buena manera, a lo que Jesús les dice : "¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”?.

Es tan fácil querer simplemente ver el cambio para poder decir “Já, ¡lo logré!", ellos esperaban un “Levántate y anda”, algo que pudieran palpar, que pudieran percibir como real, que sus ojos pudieran ver. Nosotros somos iguales, queremos ver que esa debilidad ya no existe. Si tengo la debilidad de fumar, quiero que el Señor me haga tener ganas de vomitar cada vez que vea un cigarrillo. Si tengo debilidad a la pornografía, quiero que el Señor haga que me de un sueño extremo cada vez que aparece algo que me motive a querer ver. Eso no va suceder, aunque llevemos años en el Señor. El mismo Jesús lo dice en Mateo 26:41: "Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil"

Jesús ve mas allá, el siempre vió mas allá. ¿O realmente creen que la debilidad de ese paralítico era el caminar?

Conectémonos con el Señor, lleguemos a estar en sintonía con Él. Hay un evangelista que dice que todos somos adictos a algo, y que la única manera de dejar de serlo es volviéndonos adictos a Jesús. Que tengamos nuestros ojos y confianza en Él, para saber que nos entiende. 
Que podamos entender la euforia de Pablo al decir: “…gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en las debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Llegar a entender que el Señor es hermoso. Nos premia cuando nos acercamos a Él; nos premia con fuerza, convicción, discernimiento, nitidez de espíritu. Es nuestra guía, nuestro faro. Sabemos que en su presencia podemos poner nuestros corazones para que nos consuele cada vez que le vemos, ya que no hay NADIE que sepa mejor que Él las batallas que pasamos.


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